El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha pronunciado un discurso de fin de año en el que ha definido a su formación como la «oposición al bipartidismo del consenso», en referencia a los partidos PSOE y PP. Abascal ha afirmado que España ha sufrido una «degradación acelerada» debido a las políticas de estos partidos, a los que ha acusado de compartir «la política del desastre, la economía de la ruina, el egoísmo separatista y la agenda globalista». Según sus palabras, ambos partidos han convertido la política en un «barrizal de mentiras, taifas, miseria moral y luchas de poder absurdas», sin mencionar directamente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, aunque sí a los presidentes autonómicos del PP que gobiernan con apoyo de Vox.
Abascal ha justificado la salida de Vox de los gobiernos autonómicos en coalición con el PP, alegando que «no se han producido los cambios que esas regiones necesitan». En este contexto, ha pedido a los ciudadanos «más fuerza en las urnas» para consolidar su proyecto político, en un año en el que ya ha comenzado el ciclo electoral autonómico, con Extremadura como primera cita.
El líder de Vox ha abogado por una «reforma profunda, una desregulación radical y una recuperación de las libertades básicas», así como por un «debate abierto y sin censuras» sobre los desafíos globales. En este sentido, ha destacado el avance de partidos afines en otros países, como el chileno José Antonio Kast, aunque ha reconocido que el respaldo a Vox en España no alcanza aún esos niveles.
En su discurso, Abascal ha mantenido su postura crítica con la inmigración, a la que ha calificado de «invasión» que, según él, amenaza «la seguridad, la sanidad, la vivienda y la identidad» de España. Ha reiterado su rechazo al «islamismo», al que ha descrito como una «ideología totalitaria disfrazada de religión», y ha defendido la preservación de la identidad nacional, argumentando que España «ha dado nombre a medio mundo» y no permitirá que «borren el nuestro».
El discurso de Abascal se enmarca en una estrategia de diferenciación frente a los partidos tradicionales, aunque sin concretar medidas específicas para las propuestas que plantea. Su intervención llega en un momento en el que Vox evalúa su papel en los gobiernos autonómicos donde el PP depende de su apoyo, así como su posicionamiento de cara a futuros procesos electorales.




