En los últimos meses, se han observado señales de malestar en sectores de la ultraderecha española respecto a la monarquía parlamentaria como institución. La figura del Rey Felipe VI, símbolo de la Constitución de 1978 y del sistema político consolidado en las últimas cuatro décadas, ha sido objeto de críticas por parte de corrientes antisistema dentro de este espectro político. Aunque Vox, liderado por Santiago Abascal, no ha emitido declaraciones oficiales en contra de la monarquía, sus acciones y discursos reflejan una postura ambigua que alimenta este debate.
Entre los ejemplos recientes, destacan las ausencias de Abascal en actos institucionales donde estaba presente el monarca, justificadas como protesta contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Además, en redes sociales han circulado bulos sobre la Casa Real, como la falsa afirmación de que el Rey no felicitó la Navidad en 2023, desmentida por la publicación oficial del mensaje navideño en la web de la institución. También se difundió que en su discurso no había referencias navideñas, a pesar de que en las imágenes se apreciaba un belén en el Palacio Real.
Estas críticas se enmarcan en un cuestionamiento más amplio del modelo constitucional actual, donde algunos sectores de la ultraderecha abogan por una revisión del papel de la monarquía. Este revisionismo contrasta con el discurso tradicional de la derecha española, que ha defendido históricamente las instituciones surgidas de la Transición. Por ejemplo, el Partido Popular (PP) ha mantenido una postura de apoyo a la monarquía, mientras que Vox ha adoptado un discurso más crítico, alineándose en ocasiones con sectores que promueven un modelo político alternativo.
El contexto político actual muestra una reconfiguración de las fuerzas de derecha en España. Vox aspira a consolidarse como la principal fuerza de este espectro, desplazando al PP, y ha adoptado posturas que divergen de la línea tradicional de la derecha clásica. Mientras el PP mantiene su alianza con la Conferencia Episcopal, Vox ha criticado a la Iglesia por su postura en materia de inmigración, reflejando una estrategia de diferenciación que prioriza un discurso más proteccionista y nacionalista.
Este escenario plantea interrogantes sobre el futuro del sistema político español, especialmente en un contexto generacional donde los jóvenes, afectados por la precariedad laboral y la falta de expectativas, podrían ser más receptivos a discursos antisistema. La posible llegada al trono de la princesa Leonor, en un país con una generación Z con visiones políticas distintas a las de sus predecesores, añade incertidumbre sobre la continuidad del modelo constitucional actual.
En definitiva, las tensiones en torno a la monarquía y las instituciones reflejan un debate más amplio sobre el futuro de España, donde la estabilidad del sistema político podría verse afectada por la polarización y la redefinición de las fuerzas políticas.




